digestion anaerobia

Tanto en las plantas de tratamientos de residuos sólidos y líquidos (plantas de biometanización) como en las estaciones depuradoras de aguas residuales se produce un gas que es una mezcla de metano, dióxido de carbono y demás impurezas, llamado biogás. Como el contenido en metano del biogás está entorno al 50-70%, aparte de que no puede ser liberado a la atmosfera por su alto potencial contaminante (es uno de los principales gases del efecto invernadero), su elevado poder calorífico hace que sea interesante aprovecharlo para producir energía eléctrica (cogeneración). Así pues, la producción y reutilización del biogás permite que este tipo de instalaciones sean cada vez más autosuficientes a nivel energético.

No obstante, uno de los mayores impedimentos para la utilización del biogás para la producción de energía eléctrica viene dado por la naturaleza de las impurezas que acompañan al biogás. El sulfuro de hidrógeno (H2S) es una de las sustancias que contaminan el biogás con mayor frecuencia y en mayor cantidad. Es un compuesto corrosivo que ataca tanto la obra civil de las instalaciones donde se produce como los equipos encargados de producir la energía eléctrica. Su concentración en el biogás puede variar entre 1.000 y 20.000 ppmv (partes por millón en volumen) mientras que para poder ser utilizado en sistemas de cogeneración de energía eléctrica no puede contener concentraciones de H2S superiores a unas 400 ó 500 ppmv.

Las técnicas de desulfuración utilizadas hasta la actualidad se basan en la oxidación química del sulfuro de hidrógeno en unas torres de lavado (scrubbers), conectadas en serie. En una primera etapa, con una solución ácida (H2SO4) se produce una neutralización y posteriormente, en la segunda etapa, mediante una solución alcalina de NaClO y NaOH se produce la oxidación química. Esta opción conlleva unos elevados consumos de reactivos además de presentar dificultades técnicas debido a la presencia de otras especies químicas (carbonatación del CO2).

La alternativa a la solución tradicional es la eliminación del H2S mediante un proceso íntegramente biológico. Se utilizan filtros percoladores en los que en la superficie del material de relleno del filtro se forma una biopelícula integrada por bacterias sulfuro-oxidantes, es decir, microorganismos especializados en la oxidación de compuestos reducidos de azufre, proceso del cual obtienen la energía necesaria para su crecimiento. Estos biorreactores permiten eliminar el H2S con un coste de explotación enormemente bajo, sin la utilización de reactivos químicos (ventaja económica, de seguridad y ambiental) y ofrecen una elevada y sostenida eficacia de eliminación. Aunque el proceso sea biológico, estos sistemas se han demostrado muy estables operando durante largos periodos de tiempo y se adaptan a la variabilidad de la carga de contaminante a degradar. Para la puesta en marcha del biofiltro percolador, la opción eficaz y más sencilla consiste en inocular con licor mezcla del reactor biológico de una estación depuradora de aguas residuales urbanas. En un espacio de tiempo relativamente rápido se produce una selección de los microorganismos a favor de los sulfuro-oxidantes y se puede obtener un alto rendimiento de eliminación a la semana de haber inoculado, siempre en función de las cargas a tratar.

Los costes de inversión de un proceso biológico de desulfuración en comparación al sistema químico son ligeramente inferiores a favor del primero. No obstante, donde la diferencia es muy notable es en los costes de explotación, ya que no se utilizan reactivos químicos y no se producen apenas residuos. Este factor hace que sea viable económicamente reconvertir los sistemas tradicionales químicos en biológicos.